LA TRADICIÓN ARTESANAL QUE SIGUE VIVA... El occidente asturiano fue abundante en mineral de hierro, añadido a que disponía de frondosos bosques de donde se podía obtener el carbón vegetal con el que se podía alimentar las fraguas y abundante agua con la que mover sus mazos, todo ello contribuyó a que en Taramundi la artesanía de las navajas y cuchillos fuese muy importante y a que hoy en día este arte que se ha ido heredando generación tras generación siga latente, vivo... Los artesanos además de herreros necesitan también conocimientos de carpintería ya que son ellos mismos los que elaboran parte de las herramientas y útiles con los que confeccionan las navajas y cuhillos. En el concejo de Taramundi se encuentra Esquíos, una pequeña aldea que además de albergar un pequeño museo etnográfico y alojamientos rurales, también cuenta con un taller artesanal donde se siguen elaborando las famosas navajas M.Lombardía, desde hace más de 100 años. Las navajas M.Lombardía son únicas y fáciles de reconocer por sus empuñaduras doradas de latón, aunque también se fabrican otros modelos de navaja como también distintos modelos de cuchillos. La navaja con empuñadura de latón tuvo su máximo apogeo a finales de 1800 y pasó prácticamente a desaparecer durante la guerra ya que no se conseguía el metal. Hoy en día M. Lombardía, además de trabajar este modelo en latón también lo fabrica con la empuñadura de plata. EL PROCESO DE ELABORACIÓN DE LA NAVAJA DE LATÓN... La navaja con empuñadura de latón se compone de tres materiales básicos: latón y madera para confeccionar la empuñadura y acero para la hoja. La navaja de latón es un modelo que requiere mucha dedicación ya que consta de muchos procesos: La empuñadura: Desde que se recoge la madera de brezo en el monte, se deja secar durante varios años y después se pasa a trabajar en las sierras y torno hasta que a mano con un pequeño cuchillo se va adaptando dentro de la empuñadura de latón. El latón que se adquiere laminado se corta en una cizalla del tamaño necesario, se dibuja en plano y después se le da la forma sobre un “tufo” o molde, y se pule para después ajustar en él la madera. Además de los diferentes motivos que se pueden dibujar o estampar en el latón, se pueden grabar nombres, personalizando así la navaja para ocasiones especiales como bodas, comuniones… datos de empresa para detalles promocionales o simplemente con un nombre propio. La hoja: el acero también se adquiere laminado y se corta en tiras del tamaño necesario para la hoja en una cizalla, después esas tiras de acero se van trabajando hasta darles la forma de hoja deseada, una vez que tenemos la forma definitiva con las marcas selladas y el agujero para el eje, se le da el temple que dependiendo del acero se templa en agua o en aceite y una vez templada la hoja se le da el afilado. Tanto el temple como el afilado son procesos muy delicados y precisos ya que de ellos depende la calidad de corte. Una vez que tenemos las tres partes de la navaja listas, pasamos a ensamblarlas uniendo la hoja y mango con el eje, para después trabajar la parte de atrás de la navaja, que se compone de una pequeñita fina chapa de latón que se clava, recorta, lima y pule hasta que queda remata como si el mango fuese de una sola pieza. Y por último se le da el pulido a la hoja, para posteriormente pasar el filo por unas piedras naturales y así quitar la posible rebarba y asentarlo.
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